Pedro López escribe en la web de la tertulia cofrade pozoalbense alaGLORIA una crónica que titula Calles semi vacías en la procesión eucarística:
"Quizá haya sido la nota más significativa en opìnión compartida. Las calles respiraban una inusitada calma al paso del cortejo solemne ¿Dónde estaba la gente? La ciudad se vuelve voluble ante su cotidianidad espiritual y social.
Puede que para algunos, que seguramente no lean nunca esta entrada, les sirva esta circunstancia para afirmarse con regocijo de su laicismo idiológico y de paso, argumentar una prueba más del declive de las «procesiones». El mismo declive que vienen pronosticando desde hace varias décadas.
Lo cierto es, que no es la primera vez que en la solemne procesión del Cuerpo de Cristo hemos visto menos gente de la que cabía esperar en las aceras. Recuerden hace unos años aquel Corpus que coincidió con el partido de fútbol Francia-España y en el que nos iba la clasificación a semifinales de una Eurocopa. Sea como fuere, no se le debe dar más transcendencia de la que tiene (ni tampoco dejadez).
Terminada la Eucaristía que fue concelebrada por los sacerdotes de la ciudad con Santa Catalina llena, comenzó la procesión. Abría la Cruz parroquial y ciriales seguidos de niñas y niños de Primera Comunión. Le seguián las Hermandades Letíficas donde alguna falto en las postrimerías de su desaparición si Dios no lo remidia.
Lo hemos escrito antes y lo volvemos a escribir: Es necesario una recuperación de las Hermandades de Gloria y estudiar seriamante la incorporación a la nómina de la Agrupación. De momento no existe ninguna inquietud evidente por ninguna parte, incluidas parroquias.
Le seguían las Hermandades Penitenciales con su respectivas banderas corporativas. La Adoración Nocturna femenina, numerosa, y después la másculina, escueta. El Santísimo era llevado bajo palio. Todos los sacerdotes iban acompañándolo por calles llenas de altares.
Destacar el de la Hermandad de la Resurrección en la esquina de San Cayetano o la alfombra frente a la Casa de Hermandad de la Soledad o la de la calle Cristo, esta última muy elaborada.
La banda de Música cumplió, aunque quizá contagiada por la atonía que rezumaban las calles. Sonaron las grandes marchas Eucarísticas. En San Cayetano se oía, creo que por vez primera aquí, «Amargura Jerezana» del paisano pedrocheño Francisco Cano. Sonó genial".