Con Golpe a golpe, verso a verso comenzaba el concierto de Raphael. Una actuación ante un teatro completamente lleno y en el que el cantante de Linares no se limitó a cantar sino que interpretó los diferentes temas con su estilo personal e inconfundible que ha sido tan imitado.
Dos horas y media de concierto con la compañía de un piano de cola que tocaba Juan Coacci. Naturalmente, que no faltaron Mi gran noche, Digan lo que diga o Yo soy aquel, pero también sonaron Adoro, La Fuerza del Corazón, Gracias a la vida o el tema final En carne viva.
Raphael, con su habitual indumentaria de camisa y pantalón oscuro, no defraudó y en el público se contempló una mezcla de seguidores fieles -en algunos casos llegados desde muy lejos- y de espectadores que sin tenerlo entre sus favoritos no quisieron dejar de ver a un artista muy popular. Nadie salió defraudado.
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