Hoy lunes da comienzo la Muestra de Cine Rural de Dos Torres que este año llega a su octava edición bajo el título “Lo rural en John Ford”. Así se le rendirá homenaje a este ilustre director a través de algunas de sus películas que, durante hoy y mañana martes, serán proyectadas en la Casa de la Cultura, a partir de las 20:30 horas, dentro de unos ciclos de cine-fórum que moderará el escritor de la Comarca de Los Pedroches Alejandro López Andrada.
Esos mismos films u otros como “Las uvas de la ira”, “La ruta del tabaco” o “El hombre tranquilo” serán analizados por su parte por personalidades de la talla del cineasta Santos Zunzunegui, del maestro Paulino Viota o del periodista de Canal Sur Manuel Bellido dentro del programa académico que da comienzo el miércoles.
La presentación en primicia del libro “Profundidad de campo”, la proyección del documental “Sin título 57” sobre la localidad de Peñarroya, un concierto de la Orquesta de Guitarras de Córdoba o una exposición sobre Rafael Alberti conforman el resto de la agenda de esta muestra.
PELÍCULAS PROYECTADAS Y ANALIZADAS EN ESTA VIII EDICIÓN:
* ¡ QUÉ VERDE ERA MI VALLE ¡ (John Ford, 1941)
La película, ganadora de cinco Oscar entre ellos a la mejor película desbancando ese año a Ciudadano Kane, narra las vivencias y problemas de una familia de mineros galeses durante el siglo XIX: los Morgan, orgullosos de ser todos mineros y de respetar las tradiciones y la unidad familiar. Pero la bajada de los salarios por su trabajo en la mina enfrentará al padre con sus hijos, que ven en la unión sindical de todos los trabajadores la única manera de hacer frente a los patrones. El cabeza de familia, en cambio, no quiere oír hablar de socialismo ni sindicatos.
Un bello canto a los valores familiares que arrancó el alma del best-seller de Richard Llewelyn.
La actuación es en general excelente, incluyendo el reparto a Roddy MacDowell, Maureen O’Hara y al veterano actor británico, Donald Crisp, que gana un Oscar por su interpretación del padre.
Cita inolvidable de la película: Libro de los Salmos 23
“¿Nos lees un capítulo padre? Sí hijos míos. El señor es mi pastor, nada me falta, me pone en verdes pastos y me lleva a frescas aguas, él recrea mi alma y me guía por los rectos senderos, por razón de su nombre”.
* LAS UVAS DE LA IRA (John Ford, 1940)
La obra de John Steinbeck dio lugar a un buen puñado de grandes películas, y ésta es sin lugar a dudas una de ellas. El propio Steinbeck (que por esta novela recibió el premio Pulitzer) se declaró fan de la película, diciendo que la portentosa interpretación de Henry Fonda le hacía creerse sus propias palabras.
Historia de una familia de granjeros de Oklahoma cultivadores de uvas, encabezada por Tom (Henry Fonda) y Ma Joad (Jane Darwell), que tras el crack del 29 es expulsada de su tierra y tiene que emigrar a California. Realizan todos sus integrantes un duro viaje en un viejo Ford, pasando por diversas vicisitudes en lo que creían muy erróneamente que era el paraíso.
Con este film John Ford fue premiado con el Oscar al mejor director, el primero en esta misma categoría lo logró por su película “El Delator”.
Cita inolvidable de la película:
En el larguísimo trayecto muere el abuelo, que entierran "ilegalmente" por falta de dinero. El nieto hace entonces una referencia a cómo hay más intereses en las leyes penales que en los derechos sociales:
"A veces el gobierno se preocupa más por un hombre muerto que por uno vivo".
* LA RUTA DEL TABACO (John Ford, 1941)
Película divertida y conmovedora sobre los Lester, una excéntrica familia sureña que debe emplear toda clase de artimañas para salvar sus campos de algodón antes de que el banco cumpla sus demandas y se las apropie. Los diálogos están dotados de una gran comicidad y en muchas ocasiones la ironía aflora llevando la crítica y la comedia a niveles de tremenda exquisitez.
Este legendario éxito de Hollywood presenta un estelar reparto. La película es un auténtico lucimiento para Charles Grapewin, un actor que nunca es lo suficientemente reconocido. Él solo lleva el peso de la película en todos los ámbitos y sabe darle el punto exacto entre comedia y drama para hacer creíble y entrañable su personaje. Todo el reparto es un muestrario del cine fordiano, lo que podríamos llamar irlandeses, locos, sueltos entre ellos, inadaptados, ya sea a un lugar o a una época. Y Ford es el único que sabría hacer algo así sin resultar caricaturesco o bufonesco. Es, probablemente, el único director que ha conseguido que en sus películas la cámara nunca esté, si no que sea el espectador el que sienta directamente la historia.
* EL HOMBRE TRANQUILO (John Ford, 1952)
Una de las obras maestras indiscutibles de John Ford, y canto de amor a Irlanda, la tierra de sus ancestros. Fue galardonada con dos Oscar (Mejor Director y Mejor Fotografía en color) y logró cinco nominaciones a dichos premios.
Cuenta el regreso a tierras irlandesas del ex boxeador Sean Thornton, que desea dejar atrás su traumático pasado en Estados Unidos, y establecerse así en Inisfree, el lugar de los orígenes familiares, para vivir en paz. Enseguida echa el ojo a una temperamental pelirroja, Mary Kate Danaher, con quien querría casarse, pero las diferencias con su hermano Will por cuestiones de tierras parecen abocar al fracaso las posibilidades de que tal matrimonio se celebre algún día.
Durante todo el film, Ford homenajea la vida familiar, hogareña hasta el extremo, pintándola de modo idílico, pero aportando también buenas dosis de realidad. John Wayne y Maureen O'Hara hicieron una pareja magnífica.
Cita inolvidable de la película:
—Esta mañana se tomó algunas libertades con mi hermana. —Sólo le deseé buenos días. —Sí, pero pensaba en buenas noches.
* SÍN TITULO 57 (Pablo Galera y Guillermo Molina, 2009)
La obra reflexiona sobre la gestión, usos y significados del Patrimonio industrial, adentrándonos en el antiguo complejo “El Cerco” de la localidad de Peñarroya-Pueblonuevo. Para ello, la cámara se erige en testigo de unos modelos de interacción entre sociedad y Patrimonio muy diferentes entre sí. Pasajes de carácter meramente documentalista se alternan con otros que proponen un juego ficcional personificado en la figura de un niño que encuentra en las ruinosas fábricas ese espacio onírico donde liberar su imaginación. Todo ello conforma una estructura narrativa en la que queda integrado el propio proceso creativo de la obra hasta el punto de convertir a los autores en personajes dentro de su propia creación.
